Xiringüelu de doble uso - ayto-pravia
Xiringüelu de doble uso
Fuente: La Nueva España
La fiesta del Xiringüelu, en Pravia, da para un año. Al menos, de leña. Tras la multitudinaria celebración en el prao Salcedo el pasado domingo, decenas de personas acudieron, a primera hora de ayer, para hacer su particular agosto: llenar el remolque de madera y de todos los accesorios y materiales reutilizables que encontraron. Otros, lo hicieron de madrugada, para dar una batida al recinto festivo y hacerse con teléfonos móviles, carteras y objetos de valor que muchos romeros perdieron durante la fiesta. También los peñistas del Xiringüelu bajaron a desmontar las casetas y ahorrar en materiales para el año que viene. Y es que en tiempos de crisis es mejor ser hormiga que cigarra. «Aprovechamos la madera porque hay la que quieras sacar y más; el año pasado nos dio para leña todo el año», afirma Isabel Rodríguez.
Un ahorro considerable si se tiene en cuenta que un remolque con leña suele costar alrededor de cien euros. Rodríguez tampoco desaprovecha los troncos más robustos, que los empleará para hacer tendejones para los animales que tiene en casa. De las casetas se aprovechan hasta las cuerdas, para plantar fabas y tomates, detalla. Otro vecino que acude todos los años a por leña es Celso Rodríguez, que a media mañana ya llevaba dos viajes de maderos en su remolque: «Cojo todo lo que puedo, menos el aglomerado que no quema bien, también se pueden aprovechar las botellas para hacer sidra en casa pero este año o ya las recogieron o están todas rotas». También los hubo, como Cristina Álvarez, que se acercaron para encontrar algún recuerdo de la fiesta. Ella se fue cargada de sombreros, collares de flores, alguna camiseta y un molinillo de viento.
El desmontaje del Xiringüelu se hizo en medio de un vertedero improvisado. El prao Salcedo está lleno de bolsas de plástico, botellas, comida e incluso ropa, pelucas o pistolas de agua repartidas por el suelo. Y olor a basura. En algunas calles también se apreciaba el olor a plástico quemado, tras el incendio de algunas casetas durante la madrugada. Fue por culpa de uno de esos fuegos que los miembros de la peña «Riberas» no pudieron aprovechar el toldo de su caseta. Pese a la pérdida, Luis Aguirre se afanó en recuperar las esterillas de bambú que rodeaban la edificación: «Si te ahorras unos euros para el año que viene, tienes la caseta hecha otra vez». No tuvo suerte con la bebida que dejaron dentro, que a primera hora ya había desaparecido.
Con el mismo objetivo desmontó ayer la caseta Enrique Martínez, de la peña de Cornellana, de Salas: «Cojo los troncos de eucalipto más grandes que queman muy bien, hay muchas cosas que valen, la verdad es que esto es un despilfarro», considera. Los que no tuvieron suerte en el desmontaje fueron María y Javier Menéndez, de la peña «El Razcañeiro», que cuando llegaron al prao «ya no quedaba nada, no había ni techo», señalan. Sin embargo, para los peñistas de «Los Merucos Sidreros» la resaca del Xiringüelu fue en casa, porque ya estuvieron Illoana Díaz y Serafín Cano, padres de uno de sus miembros, desmontando la caseta. «Venimos porque hay que apoyar a la juventud, que estuvieron toda la semana casi sin dormir por montar la caseta y todo lo que se pueda aprovechar para el próximo año, les viene bien», asegura Díaz. El día después del Xiringüelu es ahorro para todo el año.