El Xiringüelu del divorcio feliz - ayto-pravia
El Xiringüelu del divorcio feliz
Fuente: La Nueva España
Pravia, Daniel LUMBRERAS "Da gusto venir al Xiringüelu porque siempre salgo con novia". Quien dice esto es Manuel Amado, uno de los más de 15.000 asistentes que, según Guillermo Rodríguez, miembro de la comisión organizadora, abarrotaron ayer el praviano prao Salcedo, en la 34ª edición de la fiesta en su actual localización. Los pronósticos de lluvia, que al final se materializaron en un débil orbayu, no desanimaron a una multitud con ganas de folixa.
Ya desde muy temprano, algunos desde las 10 de la mañana, los asistentes empezaron a escanciar la sidra sobre la hierba. Acudieron al menos 70 autobuses. En cuanto a los trenes, el de las 11:47 de Oviedo iba completamente lleno y el siguiente se quedó parado por avería, con lo que los viajeros montaron su propio "botellón" en la estación.
En esta edición del Xiringüelu, por primera vez, los verbeneros estaban divididos en dos zonas: en la parte más grande, 131 parcelas con casetas adjudicadas por sorteo, según la organización (más algunos puestos familiares aparte). Al fondo, con un escenario para actuaciones, un espacio habilitado para "botellón", amenizado con música de Manolo Escobar y otras melodías populares más actuales y lleno de bebidas alcohólicas de toda clase. Las cajas de sidra apenas dejaban ver el suelo.
Una de las folixeras es Laura Ben-aneuro, venida de Gijón con un grupo de amigos en tres autobuses alquilados. "Llegamos a las 12:30 y de momento bien, es temprano todavía", comenta. También de esta ciudad proceden Paola Arias y Jimena Osorio, con la intención de disfrutar del ambiente, sin preocuparse por lo que pueda surgir. Su lema es "rubias de pelo liso, solteras sin compromiso".
Entre las múltiples casetas hay una, con forma de hórreo y elevada, que destaca; es la de la peña "Los merucos sidreros" de Pravia, ganadora, este año igual que en 2012, del premio "Cuervón", concedido al mejor puesto de la fiesta. Sergio Menéndez, ingeniero de minas, se enorgullece de ella y de su presencia allí "toda la semana. Miércoles y jueves amanecimos aquí y por la noche seguimos, con generadores". Menéndez confiesa haber aprovechado "un vacío legal" y la particular arquitectura de los hórreos para elevarlo en contra de la prohibición de levantar casetas de dos pisos, establecida esta edición.
Una caseta mucho más reciente es la fundada por Diego Rodríguez, veterano del evento y miembro de "Los castigados sin postre", agrupación de Gijón y San Juan de Nieva. A la entrada está la "ruleta del amor", que él define como "juego sexyalcohólico". Rodríguez protesta por el sistema de sorteo de las parcelas, que a su entender ha alejado de la entrada a algunas de las más veteranas, pero acoge bien la separación del botellón, que evita cortes accidentales.
Desafiando la prohibición de levantar chiringuitos de dos pisos, David Fernández, de los "Hocicos Tordos" de Salas, dice que lo han hecho "como todos los años nunca tuvimos ningún problema". El joven asegura que ha visto "más gente que nunca". Saluda el "divorcio" ente "botellón" y casetas: "Está bien para evitar peleas, pero la gente va a hacer lo que quiera".
A medida que avanzaba la mañana, empezaba a sobrar ropa y comenzaban a correr el agua, incluso en pistolas, la sidra y los besos. Por aquí una guerra de agua, por allí un irlandés con tutú verde que se llama Jorge Casas y se viste así "porque soy pelirrojo" y alguna flamenca masculina. Disfraces, lemas subidos de tono en camisetas coloridas, desenfreno total.
En un extremo del prao Salcedo se situaba la peña de lugareños "El vaso ke lo vierte". Allí pasaban el rato Antonio Álvarez y su mujer Celia Amieva. "Este Xiringüelu está mejor de gente y de ambiente, a pesar de la música sin amplificación", afirma Álvarez, señalando otra de las novedades. Amieva lleva toda la vida yendo a la fiesta: "Mi padre fue el primero que montó las casetas en Cañedo. Nosotros seguimos la tradición".
También estaban encantados en los bares. Juanjo Tamargo lo veía "mejor que nunca. Puede llegar a haber 20.000 personas. La separación está resultando".
El Xiringüelu atrae incluso a universitarios de toda España, como la conquense Lucía Serrano: "Hay buenos mozos, son muy simpáticos, nos invitan a todo". También viene, desde La Coruña, la "Charanga DGT". Manuel Freire, componente de ella, aseguró estar pasándoselo "muy bien" y tener ganas de repetir "si podemos".
El resto de la tarde pasó tranquilamente hasta que al final de la fiesta faltó transporte público para devolver a casa a tanto folixero. Algunos se quejaron de que el último tren se llenó, Renfe no habilitó ningún otro y tampoco había servicio de autobús a esa hora, las 22,10 horas.